Lo confieso. Detesto las recetas que se aplican sin fundamento. Además me provocan vértigo aquellos que llamándose consultores le dicen a sus clientes cosas del estilo de: “Mira, puedes seguir 4 estrategias que se llaman 1, 2, 3, 4. Elige una y síguela.” Como diría una muy querida amiga “Oh my God”. En realidad, entre ese supuesto consejo de consultor y decirle que se tire por un barranco o que cierre la empresa, no hay mucha diferencia.
DEFINIR LA ESTRATEGIA
¿Qué es lo que se debe tener en cuenta entonces a la hora de decidir qué estrategia es la mejor? Mi primer consejo es que analice en profundidad en qué situación se encuentra hoy mediante un diagnóstico organizacional. Por supuesto, que mire a su alrededor y vea cómo está el mercado, la competencia, etc. En este punto, tendrá que tomar algunas medidas que le ayuden en el presente, ya sea tanto a la supervivencia de la empresa como a su desarrollo. Esto está bien porque se vive en el presente y no son pocas las situaciones en las que nos vemos obligados a “apagar fuegos” sin que quede otra alternativa. Sin embargo, no se puede vivir solo en el presente y mucho menos una empresa. Hay que mirar al futuro y ahí es donde entra la definición de la estrategia inteligente.
En este momento, el entorno ha cambiado de manera radical. Ya ni siquiera nos movemos en un entorno VUCA (volátil, incierto, complejo, ambiguo), sino BANI (Brittle, Anxious, Non-lineal, Incomprehensible, Esto se traduciría como quebradizo, generador de ansiedad, no lineal e incomprensible), Todo esto sin siquiera hablar de cisnes negros. En conclusión, todo ha cambiado y seguirá cambiando muy rápidamente. Por consiguiente, las disrupciones estarán a la orden del día. No comprender y sacar ventaja de un fenómeno o evento que será sin duda importante en un futuro cercano, implica perder una gran oportunidad y tal vez impedir la continuidad de la empresa.
Clayton Christensen de Harvard Business School, en su libro The innovator’s Dilemma, sostiene que cuanto más exitosa es una empresa, más posibilidades tiene de ser víctima de un nuevo competidor que opera de manera disruptiva. ¿Por qué? Porque todo depende de las opciones estratégicas y de las prioridades que se asignen y de la persistencia (errónea) en hacer las cosas como siempre se han hecho y peor aún, pensando en presente.
¿QUÉ HACEMOS ENTONCES?
La base del problema radica en creer que solamente innovando se logrará subsistir por siempre, sin tener en cuenta (y este es el quid de la cuestión) que las acciones que se están tomando, se basan en el mercado actual o por lo menos en uno muy parecido al actual. Sin embargo, todos sabemos que las reglas de juego, las necesidades del mercado y del consumidor cambian antes de que podamos decir Cambio.
Es vital a la hora de fijar una estrategia, imaginar el escenario futuro. Es un riesgo, pero mucho menor que el permanecer con una estrategia que en menos de 5 años máximo, será obsoleta y habrá consumido sin pena ni gloria nuestros recursos, energía y jugado a cara o cruz la supervivencia de la empresa.
Para definir una estrategia exitosa, por muy raro que suene, hay que comenzarla en el futuro. Olvídese por un momento de las estrategias presentes, de las acciones que está obligado a llevar adelante para subsistir, o para aumentar las ventas o para sencillamente solucionar problemas. Piensa cómo será el mercado en 5 o más años, qué tecnologías se usarán, qué productos o servicios tienen el potencial de desarrollarse, dónde están las oportunidades y en definitiva, adónde quiere llegar con su empresa. Ese punto de destino es en realidad su punto de partida. Es a partir de esa Visión que deberá definir una Estrategia y un Plan de acción. La primera condición para tener éxito es Creer que es posible (por cierto el lema de Lauburu Consulting), Es necesario creer que es posible acercar el futuro al presente y que es factible tomar las medidas necesarias para llegar a ese futuro fuertemente preparado.
EN RESUMEN
En primer lugar (luego de reconocer su situación actual), es necesario definir la Visión (definir cómo será la empresa en ese futuro y cómo será probablemente ese futuro), Segundo, definir una estrategia. Tercero: Implementar acciones que implementen esa estrategia. La idea es dedicar entre un 10 a un 20% del tiempo de management a pensar en este tipo de estrategia futuro-presente, mientras que el tiempo restante se utiliza en dirigir y desarrollar la empresa en el tiempo presente. No olvide que la supervivencia a largo plazo de una empresa no se logra dedicándole el 100% del tiempo al presente. Examine con cuidado las ideas y los negocios disruptivos además de las nuevas tecnologías, porque ellos son sin lugar a dudas sus competidores más duros y peligrosos.
Adriana De León M Pagouapé
Directora
Lauburu Consulting
adriana.deleon@lauburuconsulting.com